Capítulo 6. El fin de las edades.
Solamente cuando llamas rojas comenzaron a caer desde los cielos los gigantes se dieron cuenta del tremendo error que habian cometido. Combinando todas sus fuerzas intentaron frustrar el furioso lanzamiento de Einhasad y el Martillo de la Desesperanza. Pero incluso con el poder de los gigantes, no pudieron mas que desviar ligeramente el trayecto del martillo, que seguia segando las ciudades mientras descendia a el mundo.
Fue suficiente para destruir a la mayor ciudad del mundo; incontables gigantes y otras razas fueron instantaneamente diezmadas. Un gran agujero fue creado en la tierra e inmensas olas cubrieron la superficie. Finalmente, casi todos los gigantes habian perecido.
Aquellos gigantes que consiguieron sobrevivir huyeron al este para evitar la ira de Einhasad. Su camino era similar al que habia tomado Shilen en su lucha. Einhasad continuo cazandolos uno por uno y quemandolos hasta la muerte con relampagos. Los restantes gigantes fugitivos temblaban de temor y rezaron a Gran Kain.
“Gran Kain, Gran Kain! Nos hemos dado cuenta de que nuestro camino era erroneo. Solo tu puedes detener la furia y la locura de Einhasad. No nos dejes perecer, nosotros que hemos sido nacidos del mismo lugar que tu mismo, nosotros que somos las criaturas mas sabias y poderosas en la tierra!”.
De repente Gran Kain sintio que le embargaba un sentimiento de piedad por esas pobres criaturas y reflexiono que los gigantes ya habian sufrido suficiente por su transgresion. Alzando las mas profundas aguas de los mares del sur bloqueó el paso de Einhasad.
Einhasad gritó de furia, “¿Qué es esto?! ¿Quién se atreve a interferir en mi camino?! Eva, mi querida hermano, librate del agua que bloquea mi paso ahora mismo o preparate para meterte en los pasos de tu hermana mayor!”
Eva temia a Einhasad e inmediatamente devolvio las aguas al oceano. Einhasad continuo persiguiendo a los gigantes, matandolos uno a uno. Estos lloraron a Gran Kain de nuevo.
“Gran Kain! El mas poderoso de los dioses! Einhasad continua acechandonos, determinada a exterminarnos! Te rezamos, por favor ten piedad y salvanos!”
Gran Kain levanto la tierra en la que se encontraban los gigantes. El gran risco impedia la persecucion de Einhasad y ella gritó en alta voz.
“¡Maphr, mi querida hermana! ¿Quién se atreve a interferir conmigo?! ¡Baja la tierra en este instante. O preparate para seguir el camino de tu hermana!”
Temerosa por estas palabras, Maphr trato de reducir la tierra, pero Gran Kain la detuvo.
“Einhasad, porque no lo dejas? Toda la tierra conoce de tu furia y tiembla ante tu ira. Los sabios pero estupidos gigantes sienten el mal que han hecho hasta lo mas profundo. ¡Miralo por ti misma! La raza de orgullosas y nobles criaturas – que una vez dominaron la tierra – esta escondiendose en una estrecha franja de tierra y temblando de miedo por intentar escapar de ti! Ya no pueden desafiar a los dioses. Este lugar sera la prision de los gigantes para toda la eternidad. Calma tu furia, tu venganza esta completada.”
Einhasad aun sentia ira, pero no podia actuar contra los deseos de Gran Kain – la fuerza que poseia era igual a la suya. Ella decidio eso, como habia dicho Gran Kain, seria mejor dejar a los gigantes en esa tierra estrecha y esteril para por siempre arrepentirse de sus pecados en lugar de matarlos a todos. Acabo su caza y volvio a su casa.
Despues de lo ocurrido, Einhasad rara vez interferia con los acontecimientos de la tierra, puesto que habia sido profundamente decepcionada por los seres de la Tierra. Gran Kain también estuvo de acuerdo en no mostrarse a si mismo en la Tierra. La edad de los dioses estaba llegando a su fin.
Solamente cuando llamas rojas comenzaron a caer desde los cielos los gigantes se dieron cuenta del tremendo error que habian cometido. Combinando todas sus fuerzas intentaron frustrar el furioso lanzamiento de Einhasad y el Martillo de la Desesperanza. Pero incluso con el poder de los gigantes, no pudieron mas que desviar ligeramente el trayecto del martillo, que seguia segando las ciudades mientras descendia a el mundo.
Fue suficiente para destruir a la mayor ciudad del mundo; incontables gigantes y otras razas fueron instantaneamente diezmadas. Un gran agujero fue creado en la tierra e inmensas olas cubrieron la superficie. Finalmente, casi todos los gigantes habian perecido.
Aquellos gigantes que consiguieron sobrevivir huyeron al este para evitar la ira de Einhasad. Su camino era similar al que habia tomado Shilen en su lucha. Einhasad continuo cazandolos uno por uno y quemandolos hasta la muerte con relampagos. Los restantes gigantes fugitivos temblaban de temor y rezaron a Gran Kain.
“Gran Kain, Gran Kain! Nos hemos dado cuenta de que nuestro camino era erroneo. Solo tu puedes detener la furia y la locura de Einhasad. No nos dejes perecer, nosotros que hemos sido nacidos del mismo lugar que tu mismo, nosotros que somos las criaturas mas sabias y poderosas en la tierra!”.
De repente Gran Kain sintio que le embargaba un sentimiento de piedad por esas pobres criaturas y reflexiono que los gigantes ya habian sufrido suficiente por su transgresion. Alzando las mas profundas aguas de los mares del sur bloqueó el paso de Einhasad.
Einhasad gritó de furia, “¿Qué es esto?! ¿Quién se atreve a interferir en mi camino?! Eva, mi querida hermano, librate del agua que bloquea mi paso ahora mismo o preparate para meterte en los pasos de tu hermana mayor!”
Eva temia a Einhasad e inmediatamente devolvio las aguas al oceano. Einhasad continuo persiguiendo a los gigantes, matandolos uno a uno. Estos lloraron a Gran Kain de nuevo.
“Gran Kain! El mas poderoso de los dioses! Einhasad continua acechandonos, determinada a exterminarnos! Te rezamos, por favor ten piedad y salvanos!”
Gran Kain levanto la tierra en la que se encontraban los gigantes. El gran risco impedia la persecucion de Einhasad y ella gritó en alta voz.
“¡Maphr, mi querida hermana! ¿Quién se atreve a interferir conmigo?! ¡Baja la tierra en este instante. O preparate para seguir el camino de tu hermana!”
Temerosa por estas palabras, Maphr trato de reducir la tierra, pero Gran Kain la detuvo.
“Einhasad, porque no lo dejas? Toda la tierra conoce de tu furia y tiembla ante tu ira. Los sabios pero estupidos gigantes sienten el mal que han hecho hasta lo mas profundo. ¡Miralo por ti misma! La raza de orgullosas y nobles criaturas – que una vez dominaron la tierra – esta escondiendose en una estrecha franja de tierra y temblando de miedo por intentar escapar de ti! Ya no pueden desafiar a los dioses. Este lugar sera la prision de los gigantes para toda la eternidad. Calma tu furia, tu venganza esta completada.”
Einhasad aun sentia ira, pero no podia actuar contra los deseos de Gran Kain – la fuerza que poseia era igual a la suya. Ella decidio eso, como habia dicho Gran Kain, seria mejor dejar a los gigantes en esa tierra estrecha y esteril para por siempre arrepentirse de sus pecados en lugar de matarlos a todos. Acabo su caza y volvio a su casa.
Despues de lo ocurrido, Einhasad rara vez interferia con los acontecimientos de la tierra, puesto que habia sido profundamente decepcionada por los seres de la Tierra. Gran Kain también estuvo de acuerdo en no mostrarse a si mismo en la Tierra. La edad de los dioses estaba llegando a su fin.
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